CARTA PASTORAL
«Con María al pie de la Cruz»
Un afectuoso saludo a los miembros de la Hermandad del Santísimo Sacramento y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, María Santísima de los Dolores y Beato Antonio Martínez Gil de Montellano. Saludo con igual afecto a don Jorge Dorado Picón, su director espiritual y párroco de San José y a todos los fieles de Montellano.
Me dirijo a vosotros con motivo del tricentenario fundacional de la Antigua Hermandad Servita de María Santísima de los Dolores (1726-2026), que celebraréis a lo largo de un año extraordinario desde el 14 de octubre de 2025 hasta el 11 de octubre de 2026, jalonado de actos litúrgicos, formativos y caritativos. Culminaré mi cercanía uniéndome personalmente a la acción de gracias del pueblo fiel al presidir la Eucaristía el último día del Septenario de Nuestra Señora de los Dolores, el 19 de septiembre de 2026. Pido al Señor que este tiempo sea para todos un verdadero kairós de conversión, comunión y misión.
Un aniversario es mucho más que un calendario de actos. En la Iglesia, celebrar significa volver a las fuentes, dejar que Dios reavive el don recibido y convertirnos para crecer en santidad. Os invito, pues, a vivir este año jubilar interno con tres verbos evangélicos: contemplar, agradecer y reparar.
• Contemplar: que cada culto, procesión, vigilia o septenario sea una escuela de mirada. Ante el Señor del Gran Poder, dejad que su mansedumbre os venza; ante la Virgen de los Dolores, permitid que su fe os sostenga; ante el Sagrario, reconoced que Cristo es el centro real y eficaz de la Hermandad.
• Agradecer: por las generaciones de hermanos que transmitieron la fe, por quienes sirvieron en juntas de gobierno, por los que cuidaron la liturgia, por los que sostuvieron las obras de caridad en tiempos de carestía.
• Reparar: por los pecados personales y comunitarios, por las omisiones de amor, por cualquier división o indiferencia, por la falta de fervor eucarístico.
La tradición Servita propone un camino sencillo y profundo: aprender de María a amar a Cristo en la Pasión y a nuestros hermanos en la tribulación. Los Siete Dolores son un itinerario bíblico y espiritual que os invito a recorrer a lo largo de este tiempo. Con María, la Hermandad entra en el corazón del Evangelio: la Cruz que salva y la esperanza que no defrauda. Como Hermandad Sacramental — dimensión asumida en vuestra historia común— tenéis una vocación irrenunciable: prolongar la centralidad de la Eucaristía en la vida parroquial y en la del pueblo. El culto externo, tan arraigado y cuidado, ha de nacer siempre del culto interno: adoración, participación plena y frecuente en la Santa Misa, dignidad de los ornamentos, música sacra adecuada, silencio orante, caridad concreta que brota del altar. Sin Eucaristía no hay Hermandad; y donde la Eucaristía es amada, florece la fraternidad, se sana la memoria y crece el servicio.
Vuestra Hermandad no vive en abstracto. Vive en Montellano, con sus familias, sus trabajos, sus alegrías y sus penas. Ahí os quiere el Señor: sal de la tierra y luz del mundo. Amad vuestra parroquia; colaborad con todo el mundo para el bien común; sed custodios de la memoria y artesanos de futuro. Allí donde haya una cruz, poned a María; donde haya un dolor, llevad esperanza; donde haya tiniebla, encended la luz del Gran Poder de Cristo. Tres siglos son un regalo y una responsabilidad.
Queridos hermanos, María Santísima de los Dolores os acompaña. Ella no nos aparta de la Cruz; nos enseña a abrazarla con amor firme. Si la acogéis en vuestra casa, como el discípulo amado, la Hermandad será casa de misericordia, casa de oración, casa de misión.
Para todos, mi abrazo fraterno y mi bendición.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla